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“Quiero que se me escuche para poder conseguir mis metas”“Estoy viva para luchar todos los días y sentirme útil y feliz”

“Quiero que se me escuche para poder conseguir mis metas”“Estoy viva para luchar todos los días y sentirme útil y feliz”

María del Carmen Cisneros Pinazo, mujer con discapacidad, muestra la ilusión en sus ojos al contarnos sus sueños y la persecución de sus metas por cumplir. La entrevista se enmarca dentro del programa Ready Women, cofinanciado por Erasmus + de la Unión Europea.

Fotografía Carmen Cisneros, mujer con discapacidad

La Federación Provincial de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de Sevilla (COCEMFE Sevilla) ha podido entrevistar a Carmen Cisneros, de 40 años y una parálisis cerebral del 79% producida por una falta de oxígeno durante el nacimiento. Una mujer luchadora, incansable y constante en la persecución de sus propios logros, los que ella desea, no los que quiere cualquier otra persona. En esta entrevista hemos conocido la vida de autosuperación de Carmen.

Cuando nos habla de su infancia, lo hace con nostalgia, aunque recuerda situaciones poco agradables.

“Con el paso del tiempo desde mi nacimiento, mis padres se dieron cuenta de que los demás niños se sentaban, pero yo no lo hacía; en vez de coger las cosas con la mano derecha lo hacía con la izquierda; tampoco me podía poner zapatos porque tenía los pies para adentro y también tenía problemas en la vista. Mis jóvenes padres me empezaron a llevar a médicos para saber con exactitud lo que tenía, incluso, me llevaron a médicos de Barcelona”.

A partir de ahí, Carmen divide su vida en dos etapas, la de la escolarización y la de las hospitalizaciones, una encrucijada nada fácil para una niña.

“Hasta donde me alcanza mi memoria hice la EGB en el colegio público Fuente Alegre de Málaga, que es mi ciudad natal. Todo seguía su curso, como una niña más en mi clase. Hasta que en 4º de EGB se produce un cambio de profesora y ésta habla con el director, porque se niega rotundamente a llevarme al baño debido a sus problemas de espalda. Días antes de comenzar el curso, llamaron a mi casa y se reunieron con mi madre para comunicarle que me expulsaban del colegio por dicho motivo. No os podéis ni imaginar cómo me sentí cuando mi madre me dio la triste noticia, cuando yo estaba deseando de empezar el curso para ver a mis compañeros/as. No me podía creer lo que estaba pasando. Yo estudiaba, jugaba en el recreo, participaba en todas las fiestas de disfraces con vestidos hechos por mi madre, y en ningún momento me sentí diferente a los demás puesto que siempre estaba rodeada de amigos/as”.

Sin embargo, a pesar de esta piedra en el camino de Carmen, no todo salió mal. Su primera profesora ayudó a su madre a encontrar un colegio que admitiera alumnado de educación especial, y ése fue el CEIP Salvador Allende, donde había personas con diversidad funcional. “Me facilitaron acudir a mis clases en la planta baja, contaba con una persona de apoyo para las asignaturas que me costaba más aprobar y para acompañarme al baño”.

“Cuando empecé en 4º no sabía leer con soltura, pero gracias a mi profesor y compañeros/as me puse al día. La asignatura que mejor se me daba era Matemáticas, al contrario de toda mi clase; y la peor, Historia y Geografía, pero, aunque fuera con mucho trabajo la aprobaba, y así hasta 8ª de EGB. ¡Pero todo no era estudiar! ¡También hice buenos/as amigos/as! Jugábamos, nos contábamos nuestros secretos, e incluso hicimos trastadas como quitarle las llaves del coche al profesor y colgarlas en la pizarra, como era bajito no las veía y se tiró un buen rato buscándolas mientras yo estaba de cómplice. Hasta que se cansó de ir de clase en clase buscándolas y las encontró”. Se ríe.

Carmen logró sacarse su graduado escolar, no sin esfuerzo ni dedicación de horas al estudio.

“Yo digo que en mi infancia he tenido dos casas: una con mis padres y otra en el hospital donde he estado en invierno, verano, cumpleaños, navidades, Semana Santa… a causa de las diversas operaciones para la mejora de mi movilidad, entre ellas, de alargamiento de tendones, columna vertebral, etc.”

Carmen nos cuenta que fue intervenida en dos ocasiones y en una de ellas le fue colocado un hueso procedente de otra persona. En un mismo año llegó a ingresar de urgencia por fuerte dolor en la columna cada vez que intentaba andar. En la última operación, los médicos encontraron sueltos tornillos que sujetaban unas barras que le fueron alojadas en la columna. “A raíz de ese momento mi vida dio un giro de 360 grados pues, aunque me salvaron la vida, me quitaron todo tipo de movimiento. Dejé de sentarme en una cama, en una silla normal de la casa, en el sofá, de ducharme en una bañera, ya que no tengo control de mi propia espalda… Todo esto me da tristeza después de tantos años, pero es la puta realidad”.

Al preguntarle por su profesión deja claro que desde pequeña quería trabajar como administrativa y, años después descubrió que también le gustaría ser telefonista.

Carmen no ha visto truncado sus sueños de pequeña porque ha tenido todo lo que una niña suele tener a su edad. “He celebrado mis cumpleaños con otras niñas, he salido a discotecas, e incluso mis amigas me ayudaban cuando quería ir a ver al niño que me gustaba”.

“No niego que me he sentido demasiado protegida, pero eso es una asignatura pendiente que debemos enseñarles los hijos a los padres, ya que piensan que por protegernos nos hacen un bien, y es todo lo contrario, ya que el día que tus padres falten no sabrás enfrentar tu propia vida”.

A día de hoy, Carmen no se plantea ningún objetivo a largo plazo porque “hay que disfrutar el presente”. “Me gustaría tener mi trabajo, mi casa y mi pareja, pero hay que ser realista. Hay cosas que por más que luches de mil maneras, si no está para ti, no pierdas el tiempo y busca otra cosa que esté a tu alcance”.

Ante esto, su objetivo más inmediato en la actualidad es trabajar de recepcionista. “Pero la realidad es muy diferente. Es una utopía porque existen muchas barreras, ni siquiera te dan la oportunidad de tener experiencia; y sin ella no te contratan”. Carmen resalta que siempre ha estado formándose, pero “nada es suficiente”, no pasa de la entrevista de trabajo por sus nervios e inseguridades en sí misma. “No dejaré de luchar por mi derecho a un trabajo digno y que se adapte a mis necesidades, porque quiero tener mi propia casa. Aunque, soy realista, es algo muy difícil. No puedo económicamente y, dependo de una persona que realiza un trabajo que tengo que costear por necesidad. Pero, estoy viva para luchar todos los días y sentirme útil y feliz”.

¿Qué importancia tiene para ti el movimiento asociativo?

Me ha servido para aclarar mis ideas con respecto a mi futuro, tanto personal como profesional. Me formado, he conocido más personas con mis mismas inquietudes, me ha enseñado a tomarme la vida de forma más serena porque con ansias de hacer muchas cosas no consigues nada.

¿Qué te gustaría expresar ante la sociedad?

En primer lugar, que somos personas con sueños, metas y con muchas ganas de vivir. Me atrevo a decir que más que una persona que no depende de otra para vivir su día a día. No somos las personas con discapacidad las que nos tenemos que enfrentar a la sociedad, ¡basta de escuchar “dónde vas sola” o “pobrecita”!. Pobres quienes no ven que el paso del tiempo les puede llevar a una situación similar a la mía.

¿Le ganas a la vida o la vida te gana a ti?

Esta pregunta es depende del momento y la situación. Si las cosas me salen bien tengo buena autoestima, pero si es al contrario me llevo una temporada sin verle salida a la vida. Soy consciente de ello y cuando me encuentro con energía, empiezo de nuevo o busco algo diferente que me motive.

En los momentos más duros, qué haces para superarlos.

Lo primero que hago como una persona cabezona que soy, es callarme, y afrontarlo yo sola. Pero sin encontrar la solución adecuada. Por consiguiente, busco ayuda en la familia, amistades o, como último recurso, a un/a especialista como un/a psicólogo/a, hasta que levanto cabeza y sigo mi lucha diaria.

¿Te sientes sola o por el contrario te consideras una persona rodeada de gente que te quiere y a la que le importas?

Sé de sobra que no estoy sola porque tengo a mi familia y muchas personas que me conocen, gracias a todo lo que me he movido en mi vida, tanto de asociaciones, viajes, los distintos lugares que he vivido… Además, soy difícil de olvidar… Tengo una familia que me ha dado amor y confianza. En ningún momento me ha tratado diferente por estar sentada. Si no fuera por mi madre no estaría donde estoy hoy. Respecto a las amistades, unas se van y otras aparecen. Creo que cada etapa te pone por delante a la persona indicada tanto para aprender como para equivocarte. En el tema de parejas, he vivido la experiencia del amor imposible, un amor callado por miedo al rechazo ya que él no tiene movilidad reducida, pero tengo la suerte de que, aunque él lo sabe seguimos siendo amigos. Mi primera pareja fue a los 20 años y él tenía 29, ahí experimenté el primer beso, caricia, abrazo… Pero también los inconvenientes para ser felices. Su familia no me aceptaba por mi poca movilidad y sufrí mucho, pero creo que me hizo madurar. He tenido la gran suerte de que mi madre no se ha metido en mis relaciones mientras he sido feliz. He tenido relaciones íntimas como cualquier persona e incluso la ilusión de casarme y tener hijos, aunque esto lo descarto a día de hoy. Sí me gustaría vestirme de blanco.

¿Cuáles son tus metas y logros?

Mis metas son tener mi propia casa, siendo consciente de todas las dificultades que tengo para conseguirlo; y trabajar para poder vivir como cualquier persona. Mis logros son levantarme cada día con ganas de vivir, luchar contra viento y marea por tener la libertad que tengo hoy, porque por desgracia conozco a personas pegadas a sus padres sin saber valerse por sí mismas. Yo no me considero la mejor, pero me he enfrentado a situaciones muy duras.

 

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